Esta fase se lleva a cabo durante los meses previos a la boda. En ese tiempo se podría organizar un retiro espiritual de uno o dos días, y la entrega de algún objeto simbólico , como una oración que acompañe a los novios durante su vida.

Se puede recordar a los novios que han hecho las preparaciones previas para el camino que han seguido y los cimientos de la Iniciación Cristiana y el sacramento del Matrimonio. En caso de que se integren parejas nuevas en el grupo de preparación, debería realizarse un trabajo personalizado de acogida y formación.

En esta fase también deberá trabajarse en experiencias espirituales, y profundizar en que más que sus carencias psicológicas es el pecado la mayor amenaza a su amor matrimonial. Asimismo, es importante recordarles que ellos son los ministros de su Matrimonio y trabajar en la comprensión de la liturgia y hacerles partícipes de su preparación (elección de lecturas, plegarias...).

La realización de un retiro espiritual previo a la boda —aunque pareciera inviable ante todas las tareas a realizar en el tiempo de organización de la boda— puede ser una oportunidad para centrar a los futuros esposos en lo que es realmente importante. También es una oportunidad para experimentar el sacramento de la reconciliación.

Involucrar a familiares, amigos y testigos en una oración previa a la boda puede ser también una forma de acogida en la comunidad, como una familia en la gran Familia de la Iglesia.